Rafael Jordano y Ladislao Rodríguez trazaron su vida profesional dentro del ciclo de la Real Academia “Periodistas cordobeses de ayer y de hoy”
Córdoba, 23 septiembre de 2020
El periodismo taurino tomó el protagonismo en la tercera jornada del ciclo “Periodistas cordobeses de ayer y de hoy” organizado por la Real Academia de Córdoba, una sesión en la que el académico correspondiente Rafael Jordano Salinas disertó sobre la figura del periodista y crítico taurino José Luis Sánchez Garrido, José Luis de Córdoba (1914-2007), maestro de periodistas y biógrafo y amigo de Manolete. Durante la ponencia, Jordano señaló que Sánchez Garrido y Rodríguez Sánchez “son amigos desde la infancia, de las tardes de juego en el barrio de Santa Marina, mucho antes de que se convirtieran en José Luis de Córdoba y Manolete”. Jordano relató cómo, tras la muerte repentina del torero, José Luis Sánchez Garrido se convirtió en el guardián de su recuerdo, impulsando incluso el coste de la escultura que hoy luce en memoria del diestro en la plaza Conde de Priego, frente a Santa Marina.
Jordano también abordó la trayectoria profesional del periodista, tres cuartos de siglo de trabajo mayoritariamente desarrollados en el Diario Córdoba, periódico en el que siguió colaborando más allá de su jubilación. Asimismo, Rafael Jordano quiso resaltar su prolífica obra literaria, de la que destaca “sus libros sobre Tauromaquia, fundamentales para conocer la historia de este arte”.
En el segundo turno, Ladislao Rodríguez Galán descubrió la figura de su padre, el fotógrafo Ladislao Rodríguez Benítez, Ladis (1917-1988) a través de su fotografía, haciendo un recorrido por su biografía, los comienzos de su padre en el mundo del periodismo, el desarrollo de toda su vida profesional y, como epílogo, el detalle de cómo y cuándo su padre tomó su última fotografía, el 1 de octubre de 1988, cinco días antes de su muerte. Ladis hijo, también fotoperiodista, contó cómo su padre perdió una de sus piernas y cómo aquel defecto físico afectó al desarrollo de su carrera, a pesar de que al reportero nunca le causó ningún complejo.
Ladis destacó asimismo de su padre que fue un “artista del laboratorio, donde se encerraba todas las noches a estudiar y a hacer experimentos”. Además, resaltó “su visión periodística. Me inculcó a llevar una cámara en el bolsillo y tiene fotos callejeras que narran la historia de la Córdoba que le tocó vivir. Mi padre es un espejo en el que yo me he mirado siempre y su archivo aún hoy me sigue sorprendiendo”. Ladis fue un fotógrafo cautivado por el mundo del toro y que trasladó esa pasión a sus hijos, gracias también a que pudo fotografiar a los mejores toreros de los años centrales del siglo XX. Con algunos de ellos, incluso mantuvo una estrecha amistad.